Por Guille Huergo

Así como de dos ramitas desgarbadas nacen los buenos fogones (no los intencionales que destruyen sino los que construyen historia y memoria), en historias pequeñas en poblados poco observados, donde pocas veces apuntan los reflectores (y cuando apuntan es para las malas) , allí en esos rincones… nos espera la magia..
La casa de Claypole con sus puertas y ventanas abiertas de donde brotaban músicas y palabras invitaba a pasar y la comunidad hermosa que habita en la zona pasó nomas….para ser testigos y construir también…
Dieron la bienvenida Coca & Monk, vecinos que supieron tejer historias en barrios linderos a Calypole. El terciopelo de voz de Coca Moscatelli y el correr de los dedos de Marcos Monk quitaron el fresco de otra noche de este anticipado otoño. Y cuando el bello auditorio construido por los vecinos tenía el calor de hogar, fue el momento de Pedro Rossi y Liliana Herrero. Tras algunas palabras y risas, vino «Giros», con un final de Liliana cantando parada: «Dar media vuelta y ver que pasa allá afuera» y ¿qué pasa? por dónde comenzar a responder, ¿no?. Mejor volver adentro pero sin olvidar, porque lo que allí acontecía no era entretenimiento.
Y pasaron algunas canciones, por ejemplo «garzas viajeras» de Aníbal Sampayo (URU). «Vida de pobre de esperanzas se sostiene.
Doblando el cuerpo pa’ que otro’ doblen los bienes», escuchaba un auditorio de gente de trabajo del conurbano sur, que lo tiene claro, pues como dice el maestro Maxi Rodas: «si es duro el laberinto con su andar profundo, más cuesta trabajo la vida en el sur» (https://youtu.be/EoWYVwXN_ys?t=2429 )
Todo era una gran celebración, hasta que algo falló en la técnica. Un ruido espantoso se metió en los parlantes. Nadie entendía nada. Y si bien, luego hubo un veredicto técnico de la falla. Lo que allí nació o (renació) fue una chispa.
Liliana y Pedro decidieron arrimarse y hacer un fogón. Allí desplegaron los momentos más emotivos del concierto. Cuando cantaron «Dejarlas Partir», el fuego brilló en su máximo esplendor.
Quizás lxs humanxs nos hemos recostado en la técnica, tanto que nos hemos quedado dormidos ahí. Nuestros ojos atrofiados de tantas pantallas, pero cuando el fuego despierta…aún somos capaces de sentirlo. Porque como dice el maestro Galeano hay fuegos que «arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende…»
GRACIAS a Coca y Monk, a Pedro y Liliana , a Gabo y a toda esa hermosa comunidad de la casa.

(la foto que ilustra la nota es de Franz Jacques)